domingo, 12 de abril de 2015

Me gusta el Museo del Prado. Van Der Weyden

El Museo del Prado acoge estos días una exposición temporal dedicada a Rogier Van Der Weyden, un pintor de la escuela de los primitivos flamencos.

Rogier Van Der Weyden nació en 1399 ó 1400 en Tournai, perteneciente entonces al condado de Flandes, y actualmente a la zona francófona de Bélgica. Su nombre en origen era Rogier De La Pasture, entrando primero a trabajar como aprendiz en el taller de Robert Campin, pasando luego a pintar en Lovaina y en Bruselas, donde cambia su apellido francés «De La Pasture» por el flamenco «Van Der Weyden»”, esto es, se flamenquiza.

Rápidamente adquirió gran fama, siendo nombrado pintor oficial de las ciudades de Lovaina y Bruselas. Y según la crónica de la época, sus cuadros “engalanaron las cortes de todos los reyes” de Europa. En 1450 fue a Roma para ganar el Jubileo, y se quedó algún tiempo en Italia, pero no le agradó lo que vio. Falleció en Bruselas el 18 de junio de 1464, siendo enterrado en su catedral.

La obra de Van Der Weyden que le hizo más famoso fueron las cuatro enormes tablas alegóricas de la Justicia para el Salón Dorado del Ayuntamiento de Bruselas, que fueron destruidas en 1695 entre guerras y revoluciones.

Ahora, con motivo de la exposición, se ha llevado a cabo la restauración de una obra suya excepcional: “El Calvario”. Y el Museo del Prado, que de pintura sabe un montón, no se corta con los elogios: "una de las mayores obras de arte que ha visto jamás el mundo". Casi nada. Y de su autor, el Museo dice que es "uno de los mejores pintores" de la historia. Pues no seré yo quien lo discuta.

El citado cuadro de “El Calvario” fue un regalo de Van Der Weiden a la Cartuja de Scheut de Bruselas, al entrar allí como religioso su hijo Cornelio. Nuestro rey prudente, Felipe II, no dudó en comprarla, aunque “nos” costó una pasta. Situada primero en el Palacio de Valsaín (Segovia), pasó luego al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial el año 1574.

Para esta gran composición, de 3,24 por 1,94 m y más de 200 kg de peso, el pintor utilizó catorce gruesos paneles de roble Báltico, sujetos con una estructura débil, que ahora ha habido que reforzar. En cuanto a la pintura, los paños de la Virgen y de San Juan han recuperado el blanco original con el que eran descritos por los autores antiguos, ligeramente oscurecidos porque en el incendio de 1671 recibieron algo de humo.

Hace más de tres años que 'El Calvario', propiedad del Patrimonio Nacional, fue descolgado del Escorial para iniciar su proceso de restauración, que ha sido realizada por un equipo dirigido por José de la Fuente, del Museo del Prado, en estrecha colaboración con Loreto Arranz, del Patrimonio Nacional. Ver foto.


Ello ha permitido que, después de una azarosa vida de más de cinco siglos, podamos contemplar hoy una obra que "emociona por su hermetismo, belleza y pasión". Tras su exhibición en El Prado, la pintura volverá a ocupar un lugar privilegiado, como icono de la colección de Felipe II, en un emplazamiento especial dentro de las salas capitulares del Monasterio de El Escorial.


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