domingo, 8 de marzo de 2015

Historia de Inglaterra. Ricardo III


Ricardo III ha pasado al recuerdo como uno de los peores reyes de Inglaterra y aun de Europa. Un asesino, además de un déspota odioso, al menos así lo presenta William Shakespeare en una de las obras de teatro, escrita hacia 1591, que este autor dedicó a la historia de Inglaterra.

Ricardo III había nacido el 2 de octubre de 1452 en el castillo de Fotheringay (Northamptonshire), siendo investido rey con 31 años de edad, y muriendo en acción de guerra dos años después. Último monarca de la Casa de York (heredera de los Plantagenet), su derrota y muerte en la batalla de Bosworth (Leicester) el 22 de agosto de 1485 supuso el fin de su dinastía y el advenimiento de los Tudor.

El nació como el octavo y último hijo de Ricardo, duque de York, y de Cecilia Neville. La tradición afirma que era un hombre deforme, jorobado y cojo de nacimiento, además de ambicioso, cruel y sin escrúpulos. Vivía en el campo, y cuando su padre y su hermano murieron en la Guerra de las Dos Rosas, Ricardo quedó bajo la tutela de su tío, el conde de Warwick, cuya intervención sería fundamental para deponer al rey titular Enrique VI y coronar a Eduardo IV, el hermano mayor de Ricardo. Entonces, Ricardo fue nombrado duque de Gloucester y adquirió un enorme poder.

Tras la muerte de Eduardo IV, el 9 de abril de 1483, los hijos del rey difunto, Eduardo, príncipe de Gales, de 12 años y Ricardo, duque de York, de 9, eran los siguientes en la línea de sucesión. Ricardo fue nombrado Lord Protector de los jóvenes. Y aquí empieza la parte más siniestra del caso, porque a los niños les hicieron desaparecer, así como a los miembros del Parlamento que se oponían a que Ricardo fuera coronado rey, y también a una serie de damas que estaban al día de los hechos. Una vez borradas las pruebas, Ricardo fue coronado en la Abadía de Westminster el 6 de julio de 1483. Claro que antes Ricardo ya había liquidado a sus hermanos que le precedían en la línea de sucesión.

El pueblo y la nobleza estaban indignados, y una rebelión armada lo tumbó en la batalla de Bosworth, luchando sin casco ni caballo, por haberlos perdido en la refriega. Una vez muerto, alguien lo recogió y llevó en un caballo a Leicester, con los pies colgando a un lado y la cabeza al otro, siendo presentado desnudo a la furia popular antes de que los frailes franciscanos (entonces llamados frailes grises) se hicieran cargo del cuerpo y lo enterraran discretamente en su convento.

La localización exacta de su sepulcro se había perdido tras 500 años de construcciones en la zona, ya que el convento fue destruido como todos cuando la expulsión de los frailes de Inglaterra. Sin embargo, en el verano de 2012 fue encontrado su esqueleto bajo un estacionamiento municipal de Leicester, donde se hallaba el convento de los franciscanos; él fue finalmente identificado por un equipo de arqueólogos liderado por Richard Buckley como perteneciente al monarca, “más allá de cualquier duda razonable”, según dijeron.

Terminado el trabajo de los expertos, el próximo día 26 se piensa llevar a cabo un solemnísimo funeral en la catedral de Leicester por el alma de Ricardo III, previo a su subsiguiente sepultura. Y es que los ingleses son muy suyos y muy patriotas, y van a enterrar a Ricardo III con los honores que corresponden a un rey, aunque sea con 529 años de retraso, y con independencia de que él nada habría merecido.




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